sábado, diciembre 31, 2011

FIESTA SAGRADA FAMILIA

¡Que importante es para los católicos el ejemplo de la Sagrada familia de Nazaret, son para nosotros un verdadero referente de como deben ser y como deben vivir las familias cristianas! Por esta razón desde hace apenas unos años se celebra en Madrid la Misa y fiesta de las FAMILIAS CRISTIANAS en la festividad de la Sagrada familia de Nazaret. 

La Misa de las Familias celebrada ayer en Madrid, en la plaza de Colón, fue un éxito en todos los órdenes. Un éxito de público y de testimonio de fe católica. ¿Hubo menos fieles que en otros años? Pues sí, pero que alguien me diga quién es capaz de convocar a decenas de miles de familias en la capital de España un 30 de diciembre. Había fieles no solo en Colón sino en las calles adyacentes.

Hay quienes piden que se acabe con esta gran fiesta de la familia cristiana. Lógico. Les molesta ver la capacidad de convocatoria que tiene la Iglesia en general y, no vamos a negarlo, especialmente el Camino Neocatecumenal. Los fieles del Camino han demostrado su capacidad de acudir allá donde la Iglesia les quiere presentes. Pero tal hecho, lejos de suponer un descrédito para ellos, debería llevar a todos los fieles católicos a imitar su ejemplo. De momento, parece claro que mientras el Cardenal Rouco quiera que la Misa por las Familias se siga celebrando, no faltará el apoyo del Camino. Y si entre unos y otros consiguen que este acto se convierta en tradición, bendito sea Dios. Lo bueno y bello debe atraer a todos. Tanto más a los católicos que, sin ser miembros del Camino, vemos el testimonio de tantas familias cristianas en un Madrid invernal.

Por otra parte, dada la deriva de la sociedad española, es claro que nunca estará de más la celebración de una Misa multitudinaria como las que han tenido lugar en los últimos años. No sabemos lo que hará el nuevo gobierno, pero aunque a Mariano Rajoy y sus ministros les diera por acabar con las leyes de ingeniería social impuestas por el nefasto Zapatero, el camino de evangelización y concienciación de millones de españoles seguirán siendo pedregoso y difícil de recorrer. Que nadie piense que con un cambio de leyes se va a producir, como por arte de magia, la vuelta a las raíces cristianas de España. La legislación, como bien ha escrito el obispo de Córdoba en su última carta, puede “ayudar” a que el mal se extienda. Si cambia puede ser instrumento para que el bien regrese, pero la verdadera conversión se produce en el corazón de cada persona, no en el BOE. Y ver a miles de familias cristianas dando testimonio público de su fe puede ayudar a muchos españoles a plantearse que hay un camino mejor que el del divorcio, el aborto y las uniones contrarias a la moral que Dios ha dispuesto para el bien del hombre.
Además, la Misa de las Familias es una oportunidad magnífica de estrechar la comunión con el Papa y con nuestros obispos. El Santo Padre parece encantado de que se celebre y su mensaje no faltará en los años venideros si los católicos seguimos acudiendo a Colón a finales de año. Solo por eso merece la pena este evento. Se ve claramente la máxima ¡cum Petro et sub Petro!. Y si con Pedro, también con Cristo.
No quiero dejar pasar la oportunidad de destacar el papel fundamental que el Cardenal Rouco Varela ha desempeñado en la génesis y posterior desarrollo de las Misas en Colón. Si a ello se une la celebración en Madrid de la pasada JMJ, parece claro que no hay muchos cardenales tan “activos” en la Iglesia. Su homilía de ayer contiene algunos párrafos ciertamente brillantes. Concretamente estos:
¡Cuán otro sería el panorama demográfico, social y humano de las actuales sociedades europeas, incluida naturalmente la española, si se hubiese escuchado entonces, hace veintinueve años las palabras valientes de aquel Papa santo que pisaba por primera vez las tierras de España como testigo excepcional de la esperanza! El número de niños a los que en nuestras sociedades, de raíces cristianas, se les ha impedido nacer en estas tres últimas décadas, es sencillamente estremecedor.
Y:
¡Cuán otra sería la situación humana y espiritual de las sociedades europeas de hoy, sin excluir a no pocos sectores de la comunidad eclesial, si se hubieran tomado en serio las enseñanzas de la Familiaris Consortio! ¡Cuántos dramas personales y familiares se hubieran podido evitar y cuántas jóvenes vidas desorientadas y desestructuradas hubieran podido lograrse!
Tiene toda la razón el arzobispo de Madrid. Si España, y con ella Europa, hubiera sido fiel a sus raíces y hubiera atendido a las exhortaciones apostólicas y proféticas del Beato Juan Pablo II, Papa, ¡qué diferentes serían hoy las cosas! Y yo diría más. Si al menos los católicos hubiéramos hecho caso a lo que nos decía el Vicario de Cristo, el desplome de la fe sería menos evidente. Si desde la Iglesia se hubiera combatido con más energía su secularización interna, la salud espiritual de gran parte de los bautizados, al menos los que no han dejado de lado la práctica religiosa, sería mucho mejor.
Aún así, la Iglesia de Cristo ha sido, es y será siempre, como enseña el Concilio Vaticano II, “sacramento universal de salvación". El lamento por lo perdido no puede opacar la esperanza que nace de la puesta en marcha de la evangelización de los alejados y de los que nunca han tenido un encuentro con el Señor. Mientras haya una sola familia cristiana fiel a la voluntad del Señor, el mundo no estará completamente perdido. Y en Colón no hemos visto una sino miles de semillas de una fe que debe ser re-sembrada para producir el fruto que Dios quiere. La gracia divina es la lluvia que hará germinar esas semillas. Y nuestra santidad el abono necesario para que una nueva primavera de cristianismo se adueñe de este bendito país.
Luis Fernando Pérez Bustamante                  

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